Los indios andaban descalzos y así, se les formaba una dureza tan fuerte y resistente que no sentían nada.
Así pasa con todo en la vida.
A veces, es tanto el golpe directo en el mismo lugar, se repiten los mismos parlamentos de una obra de teatro escrita de forma máxima, que los actores ya no la sienten, salvo uno o dos que siguen enroscados en esa historia tan eterna como mala.
Y el resto está ahí: de espectador un poco, de actor otro tanto, porque no le queda otra, porque pertenece a la historia y no tiene forma de salir totalmente.
Pero no duele. Hastía.
¿Algún día los que deben hacerlo pondrán "Fin"?