the-holograms

Thursday, June 07, 2007

A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas.

El señor se agacha afligidísimo porque los cristales cuestan muy caro, pero descubre con asombro que por milagro no se le han roto.

Ahora éste señor se siente profundamente agradecido y comprende que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere enseguida un estuche de cuero almohadillado, a fin de curarse en salud.

Una hora más tarde, se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor inquietud, descubre que los anteojos se han hecho polvo.

A éste señor le lleva un rato comprender que los designios de La Providencia son inescrutables y que, en realidad, el milagro ha ocurrido ahora.



Julio Cortázar.